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La pieza sonora para acuaponía

Por: Alexa Bajaire Lamus

En el campus de Colibrí, que alberga proyectos de investigación para la transferencia de conocimiento y tecnología, se funden los sonidos que conectan la naturaleza, la producción de alimentos y las relaciones que se forjan entre la tecnología y las comunidades a quienes están dirigidos.
Pieza sonora para acuaponía El aleteo del colibrí

Esta es una historia sonora que nació de un sueño de dos músicos. Es una creación musical inspirada en las relaciones de la naturaleza y los procesos productivos, específicamente, en el funcionamiento del sistema de acuaponía del Co-Laboratorio en Bioeconomía Regional de la Universidad de Ibagué, Colibrí. Todos los sonidos que escucharán en esta pieza, iniciativa del Dr. Luis Eduardo Peña y creada magistralmente por el Maestro Óscar Molina, están integrados al entorno natural con un ritmo propio que emana de las entrañas de ese espacio verde creado para producir alimentos.

Todo parte del interés de Luis Eduardo Peña en hacer una composición que relacionara la acuaponía con la música. El recorrido estuvo marcado por la búsqueda de elementos, pensando que fueran de manera natural. Por esto, lo que pretendo con esta pieza musical es generar paz y tranquilidad; es lo que quiero que sienten las personas al escucharlo. Y frente a la acuaponía, que sientan el entramado musical que refleja un universo que hace posible esta forma de cultivar donde agua y tierra se mezclan para crear alimentos”.

Para el ingeniero Peña, esta composición se convierte en una pieza que no solo involucra los tres grupos de seres vivos: las plantas, los peces y los microorganismos que transforman, “sino a las personas que trabajan en diferentes formas de producir. Es decir, toda la tecnología que se da en el proceso de economía circular implica a las personas, culturalmente diversas, donde se entretejen las formas de pensar y relacionarnos, y que trabajan con estos organismos que están vivos para producir”. 

Reflejo del sonido de la naturaleza dentro de la música

¿Cómo sonaría el sistema de bombeo del agua? Tal vez a un instrumento metálico que produce un sonido como un relámpago.¿Y el agua que viaja por las tuberías y llega al tanque donde están los peces? Probablemente recordemos la lluvia o una cascada, como un sonido maravilloso que luego irá al encuentro de otro sonido que se mezcla con el aire que se les inyecta a los peces.¿Cómo suena el oxígeno en el agua que permite la vida acuática? Silencios y melodías continuarán el concierto de la travesía que llevará el agua que sale de esos tanques y llega directamente a donde están las bacterias: como una caricia, un sonido envolvente que empieza a hacer posible la transformación.¿Qué sonido tendrá ese viaje del agua hacia el cultivo donde se relaciona con las raíces? Seguro será como estar a la orilla de un riachuelo, pero, al extraerse la raíz del suelo, el agua continúa su viaje y cae libremente como una cascada, evocando elementos de la naturaleza. Y luego todo retorna a su ritmo musical.

Estamos no sólo ante un mecanismo que produce alimentos, sino un mecanismo en el que conviven seres vivos que se relacionan con personas y todos convergen entre sí para hacer esta danza de producción de alimentos para la vida”

expresa Peña.

La obra musical desarrollada por el maestro Molina, ganador del Festival Nacional de Música 'Mono Núñez' en 2013 como mejor solista, y actualmente coordinador del Área de Cultura de Bienestar Universitario de la Universidad de Ibagué, está compuesta por siete partes.Él, pensando a nivel de instrumentos para su composición, trajo al concierto la ocarina, el oboe, las flautas de Pan, como la zampoña o la flauta travesera, la quena y, por supuesto, los instrumentos de cuerda como la guitarra. “Esta composición salió de mi cabeza, pero también del corazón para construir la melodía. Los instrumentos se mezclan para darle sonoridad y familiaridad entre la música eurocentrista con la música latinoamericana. En esta pieza suenan las quenas que me recuerdan el sonido ambiente de la naturaleza, la lluvia o una cascada, de hecho, hay instrumentos que evocan esos sonidos como el palo de lluvia, o instrumentos en madera que resuenan como animales: el croar de una rana o el canto de un gallo. Por esto se tomaron estas herramientas para la composición, porque la música tiene una forma o armonía que permite reflejar esa estructura”.

1. Introducción.

Evocación al agua, el viento y la tierra. Naturaleza
En la introducción la ocarina tiene el protagonismo. Este pequeño instrumento de viento y de primitivos silbatos representa una evocación a los elementos de la naturaleza como el agua, el viento y la tierra. Los sonidos suaves como de cumbia se entremezclan para rememorar la naturaleza. Es el inicio de la travesía musical para la acuaponía.

2. La lluvia y el saber ancestral.

Los alimentos y el equilibrio con la naturaleza

Con fuerza, empieza en esta segunda escena una analogía entre la lluvia y los saberes ancestrales, bajo los cuales se desarrolló la acuaponía. Aquí, el Maestro Óscar se imaginó un trueno que nos transporta a los fenómenos naturales como la lluvia o el aguacero; “pero ese aguacero sintiéndolo desde la montaña, lógico, como pasa en el medio en el que territorialmente nos encontramos”. Musicalmente, esta escena está pensada para asemejar la música con lo indígena, y para familiarizarnos con nuestra cultura ancestral.

4. Emociones.

Emociones transmitidas en el trabajo colectivo 

“Todo cuanto se mueve en nuestro mundo hace vibrar el aire. Si se mueve de tal manera que oscila a más de 16 veces aproximadamente por segundo este movimiento se oye como un sonido. El mundo, entonces, está lleno de sonidos. Escuchen (Schafer, 1969). En la cuarta escena hay que escuchar los sonidos integrados que retumban por la fusión de varios instrumentos que, finalmente, representan las emociones transmitidas en el trabajo colectivo de los campesinos. 

6. Tejido de elementos.

Agua, peces, bacterias y cultivo se tejen entre sí

En la sexta escena un ritmo de fusión representa el tejido entre las tecnologías y las comunidades que se apropian del conocimiento para mejorar sus condiciones de vida. “Cuando se tienen procesos colectivos, son importantes en todo sentido, y al hacer esta composición pensada en el trabajo colectivo, creo que se prioriza la riqueza que transmite emociones. Como la acuaponía que es todo un equipo de trabajo para hacerlo posible”, expresa Luis Eduardo Peña.   

3. El bambuco.

La identidad cultural tolimense

En la tercera escena entra el contrapunto. El arte de la creatividad se hace posible por las combinaciones ilimitadas de las líneas melódicas, para poder crear una polifonía. Y el bambuco, por supuesto, irrumpe en la escena como el símbolo de la identidad cultural colombiana, para que su suave y sentimental melodía se relacione con la identidad cultural del Tolima; con un toque de europeo y académico.

5. Diversidad musical del Tolima.

Diversas personas, saberes y sentimientos

Se percibe en esta quinta escena una variación del bambuco latinoamericano que evoca la diversidad de personas, saberes y sentimientos que se fusionan, como el arte de producir los frutos de la tierra; una música incidental. “El bambuco para nosotros es un producto triétnico donde encontramos elementos de identidad tolimense, reflejado en las fiestas que nos permitan evocar nuestras manifestaciones folclóricas”, rememora el Maestro, haciendo énfasis en la diversidad musical que tiene nuestro departamento del Tolima.  

7. Coda.

Presentación de frutos y participantes de la labor
El final, la séptima escena, es la presentación de los frutos de la labor. El tejido de elementos se entreteje musicalmente para finalizar con una coda. 
Imagen creación en 7 partes del El aleteo del Colibrí

Muy pronto se mezclará este mundo sonoro que transmite el Aleteo del Colibrí con las imágenes que hacen posible la acuaponía en Unibagué. Ahora, es momento de asistir al concierto magistral de la música en la naturaleza. Como afirmó José

“Detrás de cada paisaje, de lo que los ojos alcanzan a ver, hay algo más que no todos saben desentrañar. Si para la mayoría un desierto sólo encierra arena que cambia de forma modulada por el viento, para algunos esconde historias, fábulas o leyendas, tanto como el bosque más umbrío o cualquier lugar henchido de su particular magia. Dijo Debussy que “hay que escuchar el viento, que narra la historia del mundo”, pero los hallazgos habrán de depender de la capacidad de escucha; con buena aptitud, entenderemos los paisajes sonoros. En cualquier caso, nada es inmutable. Todo cambia para volver al punto de partida. Todo es cíclico”.

Manuel Brea Feijóo

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